1 Corintios 13:4-7

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 1 Corintios 13:4-7



sábado, 27 de julio de 2013

Y es que el amor al final también es magia

Se habla tanto del amor que, posiblemente, hoy en día sea difícil darle un concepto especifico. Yo tengo solo uno y se concentra en solo tres palabras: Dios es amor. Si no amamos, no conocemos a Dios ni lo amamos, parece simple, pero tiene mucho contenido implícito  Creo que después de amar a Dios, lo mejor que te puede pasar en la vida es amar y ser amado, encontrar a esa persona que haga que tu mundo se tambalee y sientas que con ella puedes ser inmensamente feliz. Puede que resulte prematuro, pero puedo doy fe de que encontrar a esa persona es algo inexplicable. Ni siquiera el mejor escritor o la mejor escritora seria capaz de utilizar tantas palabras para describir lo que se siente cuando una persona te acepta tal y como eres, con tus defectos y tus virtudes y decide amarte hasta el final. 


Unos piensan que ese amor no existe, no existe el amor eterno, el amor que es para siempre. La razón es simple y lógica  puesto que las personas fallamos, cometemos errores y no somos tolerantes, tendemos a ser individuales cuando en realidad somos incapaces de estar solos mucho tiempo. De hecho, Dios mismo lo dice en su Palabra cuando afirma que no es bueno que el hombre esté solo, ¿verdad?. Pero, ¿acaso no existe el diálogo y el saber perdonar?, si existen, existen, pero la gente no quiere utilizarlos porque se cansan, son impacientes y no quieren arriesgarse. Con esta breve introducción sólo quiero decirles que el amor verdadero y eterno SI existe, no es un cuento de hadas. No existe el príncipe azul, pero existe esa persona, que a pesar de sus imperfecciones, es capaz de amarte por encima de todo y, además, aceptar las tuyas. 



Puedo decir que, ahora mismo, soy la persona mas feliz y bendecida del mundo porque yo he encontrado a esa persona en mi vida. Soy joven, puede parecer pronto, pero lo cierto es que lo que siento es real y sincero y que si pudiera volver a la vida de nuevo, no dudaría en elegirlo a él. Dios me lo ha puesto en mi vida y no soy quien para contradecirle, y estoy y estaré eternamente agradecida. Esta entrada está dedicada a mi novio, Álvaro Quintero Expósito, el hombre que ha conseguido que me sienta como me siento, feliz, plena, con una radiante sonrisa en la cara y enamorada hasta las nubes jejeje. 





Conocerte ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida, porque no sólo eres hermoso por fuera sino hermoso por dentro, que en realidad es lo mas importante. Dios me ha bendecido grandemente con tu vida y con todo lo que tú eres, tu familia y tus amigos. No me arrepiento de nada y este noviazgo está siendo de lo mas hermoso y feliz para mi, y a pesar de nuestras diferencias, siempre hemos sabido afrontarlas juntos y seguir adelante. El verdadero amor no consiste en emociones y reacciones físicas y psíquicas, consiste en saber aceptar a la otra persona, amarla porque lo has decidido así y ser mejor persona con ella, es decir, crecer juntos. Te amo, mi amor, y siempre será así. Ya queda menos para el año ¿sabes? y los que nos quedan para seguir juntos y amarnos en el Señor. Gracias por todo y mas, por todos esos momentos maravillosos a tu lado, por tu mirada, por tu sonrisa, por tu risa, por tu forma de ser, por todo, no cambies, siempre sé tú mismo, porque así llegaste a mi vida y a mi corazón. 


Con todo mi amor y mi cariño, te dedico esta entrada. EL VERDADERO AMOR EXISTE, Y SÓLO EXISTE EN CRISTO JESÚS. 














viernes, 26 de julio de 2013

El propósito del matrimonio



“Maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella para santificarla” (Ef. 5:25, 26)

Aquí lo tenemos, en este versículo: el propósito del matrimonio es nuestra santificación. ¡Qué sorpresa! Pensábamos que era nuestra felicidad. Nos casamos con una persona porque nos gusta, porque nos atrae, porque disfrutamos de su compañía, porque podemos comunicarnos bien con ella, porque la admiramos, porque sentimos que ella nos puede completar, porque queremos servir al Señor con ella, porque llena nuestras expectativas, porque satisface nuestras necesidades. ¿No es así? Notamos que todos estos motivos son un poco egoístas. Me caso con ella por lo que siento y por lo que me puede dar. Claro, cuando desaparece este sentimiento, se ha ido el amor, y me tengo que divorciar de ella y buscar otra. Este es el planteamiento normal de nuestros días y por ello hay tantos divorcios, porque casi siempre la persona nos defrauda. No llega a cumplir nuestras expectativas. ¡Si el Señor amase a su iglesia de esta manera, nos habría abandonado ya hace mucho tiempo! Él nos ama confiado en lo que puede hacer por nosotros para transformarnos en su compañía; con sus administraciones llegamos a ser las personas que él desea que seamos.

Así que el matrimonio es para nuestra santificación. Es para que yo crezca a ser más como Cristo por estar casada con este hombre. Su rol es ayudarme a serlo. Esto puede ocurrir consciente o inconscientemente de su parte. En los peores matrimonios, cuando el marido es inmaduro, egoísta, cruel, sarcástico, crítico, exigente, ausente, callado o distante todavía se puede conseguir este fin, y de hecho, algunas de las mujeres más bellas interiormente, tienen un marido “ogro”, pero ellas han respondido correctamente, y esta convivencia les ha transformado.

Si la mujer responde a su marido, no importa como sea él, con respeto y gratitud, acoplándose a sus deseos, perdonándole, ayudándole, siendo la ayuda idónea aunque él no se dé cuenta, ella crece. Llega a ser más como Cristo. Si el marido trata a su mujer con cariño aunque ella no cumple con sus responsabilidades de esposa, si es paciente, comprensivo, humilde, servicial, si se da a ella e intenta hacerle feliz, olvidándose de sí mismo, él llega a ser cada vez más como Cristo.

Un matrimonio desastroso puede ser un gran éxito en los ojos de Dios porque logra su fin, los dos crecen en santificación, o, la parte creyente lo consigue, en el caso de un matrimonio mixto. Lo importante en el matrimonio no es que yo sea feliz, sino que llegue a ser la persona que Dios desea que sea. Esto se puede lograr por medio de un matrimonio que es el cielo en la tierra, o uno que es todo lo contrario. Dios, en su amor y sabiduría, me ha puesto dónde estoy, con el marido o la esposa que tengo, y su propósito en ello es muy hermoso, ¡un hermoso yo!    

Devocional hecho por Margarita Burt. Espero que os guste :)